¿Indefensión o conformismo?

carlesmarcos Artículos 1 Comment

 Tengo algún amigo argentino que cuando le hablo de crisis se “ríe” y dice eso de: “¿Crisis? Que crisis, esto no es crisis ni es nada”. Creo que también podrían hablar aquellos que ya tienen unos cuantos años y las han visto de todos los colores para poder llegar a fin de mes. Pero al fin y al cabo, cada uno lo ve desde su perspectiva y lo que está claro es que el actual momento no es bueno ni mucho menos y que muchas familias lo están sufriendo. ¿Pero hasta que punto nos estamos adaptando a los cambios desde el conformismo?

Últimamente oigo la frase esa de si eres “mileurista” ya es una suerte cuando hace unos años parecía poco menos que indignante. Nos conformamos con lo que tenemos y solemos caer en frase hechas como “al menos yo tengo trabajo”, “no se puede hacer nada”…, y mientras sin darnos cuenta nuestro carácter va cambiando volviéndose más irascible ante lo que nos ocurre en el día a día, pero claro “así es la vida”.

Comparto una entrevista que le hizo Ángels Gallardo a Enric Álvarez, Director del servicio de psiquiatría del hospital de Sant Pau de Barcelona y publicada en El periódico hace unas semanas, en el que habla sobre el tema.

“El psiquiatra Enric Álvarez (Barcelona, 1951) se sigue sorprendiendo ante la sensación de indefensión, pasividad y convencimiento de derrota que expresan ciudadanos de toda condición, edad y nivel cultural afectados por la crisis económica, o en peligro de estarlo. El servicio que dirige clasifica a esos individuos, cuando le piden ayuda, como afectados por un trastorno adaptativo, un malestar que tiene como síntomas principales una intensa ansiedad y trazas de depresión. Dice Álvarez que el entramado financiero que rige el mundo ha convencido a los ciudadanos de que no hay salida, de que han de aceptar en silencio, y eso explica que apenas haya protesta en las calles.

   -¿Cómo influye la crisis económica  en la mente de los ciudadanos? 

En el conjunto de los ciudadanos, al margen de los que ya sufrían una  enfermedad mental, lo que abundan son los trastornos adaptativos, que se manifiestan en forma de una gran ansiedad y síntomas depresivos. Los sufre muchísima gente.

-¿Está desbordado su servicio por peticiones de ayuda de ese tipo?

-No. Nos piden ayuda muy moderadamente. Antes de la crisis, en el Hospital de Sant Pau atendíamos unas 3.950 urgencias psiquiátricas al año; ahora vemos unas 4.100.

-¿Qué es un trastorno adaptativo?

-Una serie de síntomas causados por un fuerte incremento del estrés, claramente relacionados con un acontecimiento vital. Los trastornos que fabrica la crisis están causados por problemas económicos, desahucios, pérdida del trabajo. Si eso se resolviera, los síntomas desaparecerían.

-¿Quienes los sufren deben pedir apoyo médico?

-Sí, claro. Esos trastornos causan un gran sufrimiento. Quien los sufre tiene desbocados sus sistemas excitatorios, la noradrenalina, la dopamina… todos. Tenemos medicamentos que aumentan la tolerancia del estrés hasta cinco veces lo que soporta una persona que no toma nada. Y les enseñamos estrategias para soportar aumentos bruscos del estrés:  técnicas de relajación y meditación.

-¿La crisis repercute en el cerebro? 

-Todo lo que sucede a nuestro alrededor tiene repercusión en el cerebro. Y no solo eso. La crisis ha conseguido algo más importante: un cambio de actitud general en la sociedad. Los ciudadanos están reproduciendo una reacción que habitualmente vemos en animales de experimentación, denominada indefensión aprendida. En el laboratorio inducimos esa sensación para provocar un tipo de ansiedad muy intensa.

-¿En qué consiste?

-Muy sencillo: enseñamos al animal que, haga lo que haga, recibirá un palo. Tomamos a dos perritos y los ponemos en dos jaulas, cada una provista de una palanquita. Una de esas palanquitas puede evitar lo que les haremos, la otra no evita nada.

-¿Qué les hacen a los perritos?

-Los conectamos a una ligera descarga eléctrica, de 10 voltios. No mata, pero molesta. Uno de los perros, tarde o temprano aprende que apretando la palanquita de su jaula desaparece la descarga. El otro aprende que, por mucho que la toque, no pasará nada. Seguirá con la descarga.

-¿Y?

-Cuando ya tenemos a los perritos condicionados -uno sabe que puede evitar el sufrimiento y el otro está convencido de que no- abrimos la puerta de las jaulas. El que ha aprendido que actuando puede librarse de la descarga, sale corriendo. El otro se queda con su sacudida eléctrica, no se va. Ha aprendido que, haga lo que haga, la descarga le caerá encima. Y no se mueve. Aguanta.

-¿Esta segunda es la actitud ciudadana ante la crisis?

-Esa es nuestra situación. La sociedad sabe que está indefensa ante la crisis y eso le causa ansiedad. Una persona está en su trabajo, lo hace adecuadamente, paga su hipoteca, cumple con todo lo establecido, pero sabe que si le ha de caer encima la crisis le caerá, haga lo que haga. Si lo quieren despedir, lo despedirán, por mejor que trabaje. Si su banco le ha de reclamar algo, se lo reclamará.

-Ha ‘aprendido’ que está indefenso.

-Lo está. La situación de indefensión es absoluta en la población. No es posible recurrir ni a los políticos, ni al Defensor del Pueblo, ni a los bancos, ni a nadie. No tenemos escape. Y la gente ahora lo sabe. Desde hace unos tres años, la sociedad tiene plena conciencia de que no hay salidas, que ha de intentar sobrellevar una situación que no puede resolver.

-Esa sensación de indefensión ¿afecta tanto a quien sufre el problema económico como a quien no?

-Afecta a todos los que potencialmente pueden sufrir los efectos de la crisis. Es decir, a la mayoría. Creo que a cualquier persona.

-¿Incluido el director general de un banco sin problemas?

-A él no. Pero a todos sus empleados, sí. Esos trabajadores saben que mañana puede ocurrir cualquier cosa que provoque que su empresa haga un expediente de regulación de empleo (ERE) que los deje en la calle.

-Esto ¿adónde conduce?

-A una situación social de pasividad absoluta ante el problema. Y a una sintomatología de ansiedad intensa. Es asombrosa la pasividad con que la gente se toma las cosas gravísimas que le están pasando. Indefensión aprendida quiere decir que te han convencido de que hagas lo que hagas no escaparás, y eso, además de generar un gran sufrimiento, inmoviliza. El perrito que no escapa sufre más que el que huye. Lo ves moverse, sudar, retorcerse, pero no se va.

-Aplicando el ejemplo a los individuos ¿no acabarán rebelándose?

-De forma mayoritaria, no. Esto es lo que está sucediendo. La situación se aguanta pasivamente. De no ser así, tal y como sabemos que están las cosas, con un 26% de población sin trabajo,  los ciudadanos estarían en bloque en la calle. Pero no.

-¿Cómo se ha llegado a esa sensación general de indefensión?

-El poder financiero ha dado una especie de golpe de Estado. Ha demostrado que es el que manda, porque los políticos no pintan nada. El sistema financiero ha secuestrado a la población y le ha transmitido el mensaje de que a partir de ahora, y en los próximos 20 años como mínimo, solo se trabajará para darles réditos a ellos. Han triunfado. Hagan lo que hagan los ciudadanos, no habrá salida. Nada que hacer. Eso es lo que la sociedad ha interiorizado.

-¿Qué diferencia esta situación de las revoluciones del pasado?

-No hay nada en el horizonte a lo que poder seguir. Si ahora surgiera un movimiento social que tuviera luz, con una cierta posibilidad de salir adelante, con credibilidad y poder, generaría una actitud de lucha en pequeños grupos, que dejarían de sentirse indefensos y deprimidos. Algo así ha sucedido con el movimiento antidesahucios.

-Habla de pequeños grupos.

-Por supuesto. Una alternativa realmente nueva activaría a los más inquietos y decididos de la sociedad. Los que si ven una pequeña luz que les indica por dónde pueden luchar, van y luchan. Estamos en una situación peligrosa. Da miedo.

-¿Por qué?

-Pues porque, si surgiera ese movimiento, y tuviera unas mínimas posibilidades de cambiar las cosas, a medio plazo arrasaría, y habría problemas graves en las calles. La gente está preocupada y rabiosa por la ansiedad supeditada a la indefensión.

-¿Hasta qué punto el trabajo y el dinero estructuran la personalidad de un individuo?

-El trabajo y el dinero no estructuran la personalidad, pero su falta nos desestructura. Lo que genera preocupación y ansiedad es que te falten esas dos cosas. Estamos preparados para tener trabajo y recursos.

-Se trata de cubrir necesidades.

-No solo eso. El trabajo es necesario para mantener nuestra dignidad. Nos hace sentirnos productivos y útiles. Tenemos muy interiorizado que hemos de servir para algo. Los parados lo tienen mal en ese punto.

-Ese golpe de estado financiero del que habla ¿ha sido diseñado?

-Dicen que sí. Yo soy psiquiatra, no estratega. Pero es evidente que ha triunfado el capitalismo salvaje, con la connivencia absoluta del estamento político. Saben lo que están haciendo. Todos los valores humanos están supeditados al sistema financiero. Esto no es un secreto.

-Usted ejerce en un hospital público. ¿Ve en peligro este concepto?

-Hace 30 años que en Catalunya se nos dice que hemos de contratar un seguro médico privado. En Madrid ya no atienden a los inmigrantes sin papeles. Creo que lo único que nos hace socialmente iguales es que tengamos una sanidad y una educación de acceso igualitario. Todo lo demás es secundario.»

Como sabéis, me gusta añadir un vídeo a todos los posts publicados. En este caso el vídeo que acompaño creo que explica perfectamente bien a que se refiere el doctor Álvarez en esta entrevista.

¡Que tengáis un buen día!

Comentarios 1

  1. Quiero comprar un libro llamado "Lo que el Club Bilderberg tiene pensado hacer". Qué casualidad que coincide con todo lo que leo en este artículo, que por cierto, es muy bueno.

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