¡Pues sí! Muchos saben que soy muy futbolero, y en este «mundillo» uno se da cuenta que hay mucho que aprender de los que ganan últimamente y también de los que pierden. Siempre he pensado que el fútbol y sobretodo el fútbol base es una fuente de valores de los que se puede aprender para el futuro, pero hasta viendo el fútbol desde el sofá, si se quiere, se pueden aprender valores para ese crecimiento personal que todo el mundo quiere. Incluso podríamos analizar esas frases típicas que siempre hemos aborrecido de algunos jugadores o entrenadores que acuden al lenguaje clásico para justificar lo que ha pasado en un partido.
Os suenan frases como estas: “Fue un partido difícil pero conseguimos sacar el resultado”, “Fue un partido difícil e hicimos lo posible por sacar el resultado pero no se pudo”, Así es el fútbol. Merecimos ganar, pero esto es de goles.”. “Así es el fútbol. Llegaron X veces y nos metieron X goles.”, “Creo que hicimos bien las cosas, tuvimos la posesión, el equipo se vio bien pero nos faltó el gol.”. Son frases que se quedan ahí, pero lo interesante sería como en la vida, no quedarse con esas frases hechas si no analizar el porqué de las cosas. Son frases que tienen mucho para poder crecer. Un clásico en la vida a la hora de externalizar las culpas sobre lo que nos pasa es, ya sabéis, “la culpa fue del árbitro”. Comparto un artículo de Gabriel García del Oro, publicado en El País titulado Lecciones que da el fútbol, en el que habla sobre esas cosas que podríamos aprender del fútbol como de otros deportes para nuestra vida.
«Asegura Alejandro Jodorowsky que el fútbol tal y como lo conocemos hoy “fue creado por una sociedad esotérica inglesa, aplicando en su esquema principios de la alta magia. Se juega sobre un rectángulo verde, siendo el verde el color que simboliza la eternidad. Los jugadores de un partido de fútbol son 22, tantos como los 22 arcanos mayores del tarot o los 22 polígonos regulares. En el centro de la cancha hay un círculo con un punto en el medio: símbolo del oro, en la alquimia, o del sol o del Dios esotérico…”.
Podemos ser más o menos escépticos ante la concepción mágica del fútbol que plantea el maestro chileno, pero tenemos que aceptar que es difícil considerarlo un juego más. Este deporte es capaz de lo mejor y de lo peor. Tanto puede conseguir treguas en medio de una guerra mundial como generar comportamientos criminales. Pero lo que sin duda provoca es un interés social y mediático muy por encima de cualquier otra actividad humana. Seamos o no aficionados, del fútbol se pueden extraer lecciones para aplicarlas a nuestra vida, del mismo modo que en el mundo de los negocios hace tiempo que se aplican sus técnicas de liderazgo y gestión de talento.
Ahora nos toca a nosotros saber leer los partidos en clave de crecimiento personal, darnos cuenta de que en muchas ocasiones lo que reprochamos o elogiamos a nuestro equipo no está lejos de lo que podemos alabarnos o criticarnos a nosotros mismos. ¿Acaso no sabemos que dudar hace que un delantero pierda una buena ocasión de marcar? ¿No es desesperante que un equipo baje los brazos cuando aún queda partido por delante? ¿No nos provoca cierta vergüenza ajena ver a un jugador que no sabe perder? ¿O cuando se comporta altivo en la victoria?
Seguro que cada uno puede sacar sus conclusiones. Lo importante es dejar de ser espectadores pasivos y animarse a aplicar todas las lecciones que nos puede dar el fútbol. Empecemos por estas 11 y hagámoslas nuestro equipo titular de crecimiento personal:
- Siempre se empieza cero a cero.Decía el mítico Vujadin Boškov, que, entre otros, fue entrenador del Real Madrid o del Zaragoza, que “el fútbol es imprevisible porque todos los partidos empiezan cero a cero”. Una frase tan obvia como inspiradora. Y es que cada encuentro es un nuevo comienzo, un nuevo reto. Una nueva oportunidad que debemos afrontar concentrados, con humildad, pero sin complejos. De poco sirven los éxitos o los fracasos del pasado. Empecemos cada día desde cero. Saltemos de la cama sabiendo que hoy es una nueva oportunidad.
- No siempre se gana, pero siempre se compite. Ni el mejor de los mejores equipos de la historia es capaz de vencer siempre. Así es la vida. La diferencia está en ser competitivos. En darlo todo. En intentarlo una y otra vez. En trabajar y trabajarse la victoria. Sí, a veces se juega muy bien y se pierde. Pero de lo que tenemos que darnos cuenta es de que jugando muy bien es más fácil ganar, y que tarde o temprano llegarán los resultados. La única manera de hacerlo muy bien de vez en cuando es intentar hacerlo bien siempre.
- El equilibrio es fundamental.¿Se imagina un equipo con 11 delanteros? ¿O con 11 grandísimos porteros? Estaría abocado al fracaso. Nosotros, igual. Tenemos que procurar encontrar el equilibrio en todas las posiciones del campo de nuestra vida: pareja, familia, amigos, trabajo, ocio… Por muy bien que cubramos uno de estos aspectos, si los otros quedan desatendidos será muy difícil conseguir unos buenos resultados en los partidos importantes de nuestra vida.
- Por bueno que seas, hay que entrenar. Incluso, Ronaldinho, un jugador que lo ha ganado todo, dijo en la cresta de su carrera: “Tengo mucho que aprender”. Y para ello, practicar, prepararse y seguir creciendo es lo que hace que los buenos se conviertan en estrellas mundiales. Ellos, precisamente, son los que más horas dedican a perfeccionarse. No se conforman. Son los que se quedan un tiempo extra. Sea lo que sea lo que se nos da bien, la práctica repetida y diaria nos ayuda a seguir creciendo, a adaptarnos a los nuevos desafíos.
- Cuando hay decisiones injustas que te perjudican.Uno de los árbitros más famosos de los últimos tiempos, el italiano Collina, decía que el fútbol no es un deporte perfecto y no podemos pretender que lo sean los colegiados. Y es que a veces, simplemente, hay errores. Penaltis en contra que nos perjudican y que en la repetición de la televisión se ve que no hay ni falta. Pero en la vida no hay repeticiones. ¿Qué haremos? Podemos reaccionar como aquellos equipos que se desconcentran y terminan por cometer más errores de los que ha cometido el árbitro. Pero también podemos sobreponernos. Concentrarnos y seguir.
- Sentirse arropado por tu público. Diego Pablo Simeone, en una reciente entrevista, aseguró: “La gente no sabe la fuerza que transmite a los jugadores”. Nosotros también debemos procurarnos un entorno que nos anime, nos aliente y dé alas a nuestros sueños cuando las fuerzas fallan. Y eso no es todo. También debemos comportarnos así con los demás. Ser fuente de ánimo, no de desaliento. Los silbidos y las protestas hacia tu propio equipo solo sirven para ponerlo más nervioso y generar dudas.
- El arma secreta de lo inesperado. Intentar una y otra vez la misma jugada y chocar contra el muro del fracaso. ¿Qué hacer cuando nada de lo que hacemos funciona? Algo diferente. Eso es lo que hacen los grandes equipos, jugadores y entrenadores. Cambiar. Probar algo nuevo que sorprenda al adversario. Algo creativo que salga de la improvisación. Porque cuando nada parece ir bien, la creatividad inesperada es la diferencia. Y no hay que olvidar que “la creatividad se aprende igual que se aprende a leer”, como dijo Ken Robinson.
- Los cambios en el momento justo. Un entrenador, a lo largo de un partido, debe hacer cambios. No puede reemplazar a todos. Solo a tres. Y es por eso que hay que saber analizar, prever los problemas, dosificar el cansancio, el esfuerzo… Nosotros igual. Porque el secreto está en saber ajustarse, en modificar, en rectificar. Podemos conseguir darle la vuelta a un resultado adverso o mantener el buen marcador conseguido ajustando algunos puntos del esquema. Para eso debemos estar siempre alerta en lo que respecta a los puntos fuertes y débiles de las situaciones que se nos presentan.
Si nos hundimos con las críticas, no podremos jugar la Champion League en nuestras vidas
- Resistir las críticas.Ronaldo Nazario, en unas declaraciones, aseguró que cuando marcas eres grande, y cuando no, estás gordo. Él, como todos, no se libró de las críticas. Porque por muy bueno que seas, llega un momento en el que te cuestionan. ¿Qué hacen los grandes futbolistas? Seguir trabajando. Aceptar los comentarios negativos con el mismo escepticismo que los halagos. Si nos hundimos con las críticas, o si dejamos que afecten a nuestro rendimiento, entonces no podremos jugar la Champion League en nuestra vida.
- Hasta que el árbitro pite el final.Pase lo que pase, mientras que el balón esté en juego pueden pasar muchas cosas. Podemos remontar. Nos pueden marcar. Fijémonos en lo que pasó en la temporada 2003-2004, en la final de la Liga de Campeones. El Milán iba ganando por 3 a 0 al Liverpool. Al final, el conjunto inglés remontó y se hizo con el título. Nunca pensaron que estaba perdido. Nunca desistieron. Por eso se alzaron con la victoria, porque fueron conscientes de que el partido dura hasta que el árbitro señala el final.
- Se dice: jugar al fútbol.Nadie dice vamos a trabajar al fútbol. En un artículo de su columna en el AS, Alfredo Relaño aseguraba que no debíamos olvidar que al fútbol se juega. Este verbo implica diversión, entrega, pasión, entusiasmo… Hoy es habitual que psicólogos, pedagogos y otros especialistas pongan el foco en la importancia del juego como fuente de crecimiento personal. Es importante no olvidarlo. Porque jugar es re-crearse, y cuando lo hacemos es cuando aprendemos en serio. Y como dijo Johan Cruyff a sus jugadores antes de jugar una importante final: “Salgan y disfruten del partido”. Lógicamente, ganaron.»
Comparto un vídeo ya publicado en este blog sobre valores que nos puede dar el mundo del fútbol…