¡Reyes magos! El valor de educar

carlesmarcos Artículos Hacer un comentario

¡Pues ya están aquí! Se aproximan las fechas donde tanto Papá Noel y los Reyes Magos dejan sus regalos a los niños y niñas que se han portado bien. Me da la impresión, que exigimos mucho a los reyes y que nos mal acostumbramos a nosotros mismos por el hecho de pensar que cuando se aproximan estas fechas todo vale y tiramos la casa por la ventana. Educamos desde el punto de vista que «mucho» es importante y que «poco» es irrelevante ¡y así vamos!…

Nos encontramos con juguetes que no sabes donde guardarlos y si encuentras algún lugar para estos, serán los que se guardan y prácticamente no serán utilizados por no hablar de la idoneidad educativa del juguete o juego en cuestión para la edad del menor.  Inconscientemente transmitimos la creencia social que todo se consigue sin esfuerzo y en muchas ocasiones les hacemos pensar en esa odiosa comparativa de «qué poco tienes tú y cuánto tengo yo…».

Comparto un reportaje publicado por José Andrés Rodríquez publicado en La Vanguardia hace unos días al que titularon Reyes Magos comedidos.

«Los más pequeños de la casa son, probablemente, quienes más disfrutan de las fiestas de Navidad. Esperan con gran ilusión despertarse la mañana del seis de enero y encontrar los regalos que les habrán dejado sus majestades Melchor, Gaspar y Baltasar, los principales encargados de repartirlos entre los niños. Y muchos también se irán a la cama nerviosos el 24 de diciembre gracias al creciente empuje de Papá Noel. De este modo, podrán disfrutar de sus regalos durante casi dos semanas  antes de volver al colegio.

Pero los expertos en psicología infantil consideran que sus majestades los Reyes Magos de Oriente y Papá Noel suelen cometer un error importante: dejar demasiados regalos. Como señala Cristina Ramírez, profesora de Psicología Evolutiva de la Universitat de Barcelona, “hay muchos niños que reciben más de diez regalos, una cifra excesiva. En parte se debe a que vivimos en una sociedad muy consumista y, en parte, a que hay padres que no tienen tiempo para estar con sus hijos y creen que si estos tienen muchos regalos estarán más contentos”. Aunque, desde que empezó la crisis, muchas familias han tenido que reducir el número de regalos, esta psicóloga considera que se sigue regalando en exceso. Es verdad que los niños se emocionan cuando ven el salón de casa repleto de regalos. Pero el exceso puede ser perjudicial. “Algunos tienen tantas cosas, que prácticamente no disponen de tiempo para enamorarse de ellas, jugar, descubrirlas. Consiguen todo o casi todo lo que piden, por lo que no es de extrañar que haya tantos niños y adolescentes con baja tolerancia a la frustración”.

¿Cuál sería el número de regalos correcto? En opinión de Maite Garaigordobil, profesora de Psicología de la Universidad del País Vasco, “tres es una buena cantidad. Aunque más que de ceñirse a una cifra concreta se trata de aplicar el sentido común. Un niño que recibe diez o más juguetes está sobreestimulado. A veces, sobre todo los niños pequeños, abren y abren cajas el día de Reyes o de Navidad pero no juegan a nada”.

El hecho de que una familia decida ajustarse a tres regalos no quiere decir que, en su carta a los Reyes, un niño no pueda dejarse llevar por el entusiasmo. “Una buena opción es que pida diez cosas, por ejemplo, pero que los padres le avisen de que los Reyes sólo le traerán tres”, señala Cristina Ramírez. Es recomendable que los progenitores se reserven la potestad de seleccionar los tres regalos que consideren más adecuados. O, incluso, de encargar alguno que el niño no haya pedido. Como explica Jaume Bantulà, director de los estudios de grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte de Blanquerna (Universitat Ramon Llull) y miembro del Observatorio del Juego Infantil, “los niños suelen elegir los juguetes que reciben. Pero es aconsejable que los padres elijan algún juguete si consideran que le puede convenir, aunque no lo haya pedido. El componente sorpresa es parte fundamental de la ilusión”. Y ¿qué hacer si los abuelos paternos quieren encargar uno o varios regalos, pero también los abuelos maternos, los tíos, algún primo que está de visita, los amigos de la familia… y, claro, los padres? Lo más lógico es que entre todos pacten un número razonable de regalos y cuáles serán.

Los regalos de Navidad pueden ser una excelente oportunidad educativa para los niños. Si piden muchas cosas, pero no las reciben todas, se les enseña algo fundamental: no pueden conseguir todo lo que quieren. Pero este criterio pedagógico no tiene que hacer perder la perspectiva de lo que es un buen regalo navideño para un niño: algo que le guste, que le haga ilusión, con lo que sueñe la noche antes de la visita de Papá Noel o los Reyes. Y, más que con jerseys o calcetines, los niños sueñan con juguetes.

La publicidad televisiva o los catálogos de juguetes alimentan el deseo de los niños desde semanas antes de las fiestas. “Y muchos niños piden decenas de ellos. Pero el problema no es la publicidad o los catálogos, sino cómo se posicionan los niños ante los anuncios –considera Cristina Ramírez–. Es necesario explicarles que algunos juguetes son muy caros o que no son adecuados para su edad”. O, sencillamente, que no pueden tenerlos todos. Además, como señala esta psicóloga, a veces los niños piden juguetes que ven por televisión, pero luego, cuando empiezan a jugar con ellos, se desilusionan, ya que no son lo que esperaban. Así que es recomendable acudir a una tienda para que puedan tocar y ver de cerca los juguetes que desean encargar a los Reyes Magos o Papá Noel.

En realidad, cualquier objeto puede convertirse en juguete siempre que el niño lo emplee para jugar. Un calcetín enrollado puede convertirse en una pelota de fútbol y un paraguas puede ser una espada láser. “Algunas personas creen que los mejores son los más caros, pero su valor depende de la actividad que le permita realizar al niño –explica María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid–. Lo importante es que los juguetes contribuyan a vivir experiencias variadas y fomenten la imaginación. Si un juguete lo hace todo, o tiene tantas instrucciones que es confuso, se trata de un mal juguete. Un buen juguete es el que hace volar la imaginación, le gusta al niño y le divierte”.

Para ello, es fundamental que sea seguro y conveniente para la edad del niño. Y, de este modo, le ayudará en su desarrollo motriz, afectivo, cognitivo o social. Los psicólogos distinguen tres etapas evolutivas relacionadas con el juego. Hasta los dos años de edad, los juguetes adecuados son los que favorecen el movimiento y la coordinación. “Como los peluches, los sonajeros, las alfombras de actividades, las pelotas o las palas y los cubos”, señala Jaume Bantulà.

Hasta esa edad, los niños juegan solos. Pero, durante la segunda etapa, entre los dos y los seis años, cobra importancia el juego simbólico. Juegan a que son otras personas, empiezan a aprender qué son las reglas y descubren el placer de jugar en compañía. Así que piden cocinitas, disfraces, construcciones, instrumentos musicales, muñecas, títeres o juegos de mesa como el parchís. Y cobran especial relevancia los juguetes que educan en valores. “Los juegos de mesa enseñan a compartir, hay que seguir unas reglas, aceptar que puedes perder y que no debes enfadarte –apunta María José Díaz-Aguado¬. Por eso no me parece un buen regalo una pistola o los videojuegos en los que el placer está en matar. Es importante estar atento al contenido de los videojuegos. Por suerte, cada vez hay más en los que el objetivo es cooperar y salvar vidas. Enseñan el valor de ayudar a los demás”.

Ya en la tercera etapa del juego, a partir de los seis años, son muy adecuados los juegos educativos, que permiten entrenar la memoria o el cálculo. Por ejemplo, los juguetes científicos, los juegos de magia o los juegos de preguntas y respuestas. Aunque los niños de cualquier edad también disfrutan de juguetes más físicos, como los patinetes, las bicicletas o las cuerdas de saltar. “Sin olvidar la importancia de los colores y las pinturas. Y también de los libros y los cuentos, que yo creo que deberían ser casi regalos obligados –considera Cristina Ramírez–. Fomentan el placer de la lectura, y a los niños les encanta que sus padres les lean cuentos”.

Un juguete que no se adecúe a la edad del niño corre el riesgo de quedar olvidado fácilmente en el fondo de un armario. Y también hay que tener en cuenta la personalidad del niño. Como comenta Maite Garaigordobil, “para un niño tímido puede ser de gran ayuda un juguete que le anime al ­contacto social, como los juegos de mesa. En cambio, a uno muy movido le puede convenir un instrumento musical sencillo, como un piano de juguete, que le ayude canalizar su energía de una forma controlada”.

¿Y qué hacer si un niño pide una muñeca o una cocinita y una niña sueña con una pelota de fútbol y el uniforme de su equipo preferido? “Pues se le regala. Es sexista basarse en estereotipos de género para dar juguetes de niños a los niños y juguetes de niñas a las niñas”, opina Maite Garaigordobil. Un niño puede ser muy feliz jugando con muñecas y, de paso, aprende un valor tan importante como cuidar. Y una niña tiene derecho a soñar que es Messi con un balón en los pies.

Y, en estos tiempos de crisis, una de las principales preocupaciones de muchos padres es el precio de los juguetes“El gasto medio en juguetes por niño durante la Navidad del 2011 fue de unos 70 euros”, explica Jaume Bantulà. Comprar con antelación o ir de tienda en tienda en busca de los mejores precios es una buena forma de ajustar el presupuesto. Aun así, muchos padres no podrán adquirir los regalos que les piden sus hijos. Pero hay alternativas, como el intercambio de juguetes con otras familias o las organizaciones que los hacen llegar, nuevos o de segunda mano, a los niños con más dificultades económicas. Para ello, es necesario que otras familias donen algunos de sus juguetes. Además, de esta forma, “los niños que los donan aprenden el valor del altruismo”, señala Cristina Ramírez.

¿Y si el niño pregunta cómo es que tiene que dar un juguete suyo para otro niño, si los juguetes son cosa únicamente de los Magos o Papá Noel? Un buen argumento podría ser que serán enviados a los Reyes o Papá Noel para que estos los repartan a los niños más necesitados. “A partir de los seis o siete años, los niños empiezan a aplicar el pensamiento lógico –comenta María José Díaz-Aguado–. Y pueden hacer preguntas como esta o también cómo puede ser que los Reyes repartan tantos regalos en una misma noche y a tantos niños diferentes. Si el niño pregunta directamente a los padres, hay que explicarle la verdad”. Pero si es muy pequeño y todavía no tiene dudas o duda pero prefiere no enterarse del todo, “está muy bien fomentar la fantasía de los Reyes y Papá Noel. Es bonito y transmite a los niños que los sueños se pueden cumplir”.»
Mi mejor deseo para estas fiestas para tod@s vosotr@s. Que podáis difrutarlas con tod@s los que queréis. ¡y un recuerdo para aquellos que no tienen la oportunidad de poder celebrarlo…!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *