La necesidad de llorar cuando quieres llorar

carlesmarcos Artículos Hacer un comentario

Hace unos días leía un artículo del periodista Carles Capdevila que me invitaba a una reflexión. Hablaba de lo mejor que se encontraba cuando lloraba pero también decía que en el durante lo pasaba mal, como que le avergonzaba y comentaba su experiencia llorando delante de su psicóloga. ¡Es cierto! En nuestra Sociedad parece que llorar desde la tristeza tiene connotaciones de debilidad y por supuesto esa debilidad no la queremos mostrar, “¡yo soy muy fuerte, que pueden pensar!”. Ocurre más en los hombres que en las mujeres y seguramente tiene que ver con hechos culturales. ¡Ya sabéis!, los hombres no lloran. La tristeza es una emoción más que no hay que reprimir bajo ningún concepto. Hay que darle la bienvenida, la necesitamos como el aire para respirar. Pasar una “buena tristeza” cuando has perdido algo o a alguien es muy saludable y lo patológico sería lo contrario, enfrentarse a esa emoción incontrolable. Está claro que como todo en la vida, esa expresión de la emoción ha de ser proporcional al hecho desencadenante. Seguramente no es lo mismo la pérdida de un ser querido a la pérdida de un reloj por decir alguna cosa.

Ocurre igual con el resto de las emociones y por poner un ejemplo la expresión de la alegría ha de durar lo que ha de durar pero no dejarte llevar a un estado eufórico que permanece en el tiempo porque si no estaríamos hablando de algo más cercano a alguna patología. ¡En fin! Ya sabes, si vas a ver Titánic al cine, permítete unas lágrimas sin ninguna vergüenza. No eres inferior a los demás por ello. Comparto un artículo de la psicóloga Isabel Serrano titulado Llorar es bueno, no se reprima y publicado en el diario El Mundo.

«Si empiezo a llorar no va a haber quién me pare», afirma mi amiga Nieves, a la que su pareja ha abandonado después de 20 años juntos. Ella, como muchas personas, ha adquirido la convicción de que ser fuerte equivale a ser duro y no mostrar sus sentimientos. Yo misma hace años evitaba el llanto en presencia de otros, me parecía demasiado arriesgado mostrar mi vulnerabilidad.

«Los chicos no lloran, sólo pueden luchar», decía Miguel Bosé. Las mujeres fuertes tampoco, pensaba yo. Ahora sé que ahogar las emociones y tragarse las lágrimas debilita aún más y produce problemas psicosomáticos. Le digo a Nieves que llore, que no se podrá curar del sufrimiento si no lo admite y lo expresa. «¿Debo pasarme el resto de mi vida llorando?», me pregunta. Por supuesto que no. Cuando una emoción fluye no dura demasiado, nos deja pronto disponibles y llenos de fuerza.

Las lágrimas son medicinales, curan el alma porque suavizan el choque de cualquier tipo de pérdida (de un ser querido, una vida en común, un sueño, una etapa). Llorar activa el sistema parasimpático, el que usamos para relajarnos y segrega opiáceos, los analgésicos naturales. Alivia a condición de que lleguemos hasta el final y se nos acaben los sollozos. Cuando esto pasa estaremos de nuevo preparados para la acción.

Disimular o reprimir las emociones no es posible a medio plazo, es como intentar hundir un balón de playa dentro del agua del mar, siempre sale a flote. Necesitamos mucha energía para mantenerlas a raya y finalmente serán causa de angustia, ataques de ira, depresión, adicciones, etc. El llanto es beneficioso para la salud mental.

¿POR QUÉ LLORAMOS?

Pocos sonidos producen respuestas tan viscerales en los adultos como el llanto de un niño. Es la forma que tienen de comunicarse. Lloran cuando tienen hambre, frío, dolor o buscan afecto. El llanto es una conducta de apego, piden ayuda y suelen ser muy convincentes.

El llanto sigue teniendo una función social cuando somos adultos, pedimos ayuda a los demás pero también nos impulsa a ofrecer nuestro apoyo ante el sufrimiento del otro, genera empatía. Podemos llorar por el dolor propio y el ajeno.

Hay un llanto triste, silencioso, que induce al consuelo y al apoyo. Un llanto de protesta, muy ruidoso, asociado al enfado que causa irritación. Un llanto sin lágrimas que indica que nos damos por vencidos. El de aflojar la tensión después del estrés. El llanto de los saltos de alegría cuando nos desborda la emoción. El de las ceremonias, como las bodas, una mezcla de alegría y tristeza. Las lloreras del cine cuando nos identificamos con el personaje y la historia de la pantalla. Y por supuesto, el llanto manipulador del tipo cocodrilo que quiere hincarnos el diente.

La edad y el género influyen a la hora de llorar. En la adolescencia los cambios hormonales producen diferencias de género. La testosterona de los chicos parece inhibir el llanto mientras que la prolactina de las chicas aumenta la posibilidad de llorar. Ellas lloran más y ellos huelen peor parece que nos dice la ciencia. Pero hay que tener en cuenta que los unos y los otros se exponen de manera diferente a las situaciones emocionales por motivos culturales. Los chicos todavía sufren presión por parte de sus iguales para controlar las lágrimas.

EFECTOS SECUNDARIOS

Llorar no siempre tiene efectos catárticos. Las personas deprimidas sienten menos alivio porque en el fondo tienen más frustración y enfado que tristeza. La depresión necesita acción y las lágrimas no la impulsan. Un experimento señaló que los que lloraban ante las imágenes de un vídeo de personas necesitadas eran ¡menos proclives a sacar la billetera!

Por otra parte, la revista Science publicó un artículo sobre un estudio neurobiológico que indica que las lágrimas de la mujer inhibían el deseo sexual en el hombre, reduciendo el nivel de testosterona, la hormona del deseo. La lectura del llanto para ellos equivale a «ahora no es un buen momento». Las lágrimas producían solidaridad pero reducían el atractivo sexual.

FASCINANTES LÁGRIMAS

Las lágrimas son líquido multifunción, sirven para muchas cosas. Las lágrimas basales compuestas de agua y sal sirven para lubricar, limpiar la córnea y oxigenar el ojo. Las lágrimas reflejas sirven para proteger los ojos de los agentes externos como cuando pelamos cebollas, tienen lisozima que es un antimicrobiano.

Las lágrimas emocionales tienen una química diferente en función de cada estado de ánimo. Están compuestas de proteínas y hormonas distintas para cada emoción. La Rose-Lynn Fisher las ha fotografiado construyendo la Topología de las lágrimas. Éste es el enlace para los que queráis mirar las emociones al microscopio.»

Pero también es muy saludable llorar de la risa. El sentido del humor en este blog es fundamental por lo que os dejo este vídeo con el que yo lloré…¡Feliz semana!

 ¡Os deseo un feliz día! y nos vemos en facebook, Twitter o en Linkedin

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