Recursos para evitar discusiones absurdas

carlesmarcos Artículos Hacer un comentario

Ocurre en numerosas ocasiones tanto en el trabajo como en casa. Has tenido una idea brillante o has tomado una decisión que consideras importante y por supuesto piensas que “todo el mundo” va a pensar igual que tú y que va a compartir tu idea y no nos damos cuenta que bajo esa manera de pensar, nos movemos erróneamente. La historia continua y resulta que como no podía ser menos, la otra persona no piensa igual y se inicia una discusión en la que el tono de voz se va elevando poco a poco, hasta el punto de llegar a esos momentos en los que parece que es una lucha sin cuartel en la que parece que no hay “nada de nada” que les una a las personas que están “conversando”, sean pareja o a lo mejor grandes amigos.

Supongo que nos suena esta situación porque nos ha pasado más de lo que deberíamos. Lo curioso del caso es que tenemos recursos para solucionarlo pero parece como que no nos interese utilizarlos. Preferimos estar desde el yo más profundo aguantando nuestra razón por encima de todo, olvidándonos que nuestras verdades se ven de otra manera cuando te permites ver la realidad de los demás.

Comparto un extracto de un artículo aparecido en Psyciencia titulado 7 pasos para convertir conversaciones difíciles en fáciles donde los psicólogos Eric Barker y Albert J. Bernstein nos dan claves para mejorar estas disputas.

1) Primero, necesitas permanecer calmado:

Ya tienes una persona reaccionando de manera exagerada y lo peor sería que alguien más haga lo mismo. Si te conviertes en Hulk, habrá una batalla de gritos y nada se arreglará. El Dr. Bernstein llama al lado emocional de nuestros cerebros “cerebro de dinosaurio” que sólo entiende “pelear” o “huir”.

Bernstein dice: “… la idea básica es que en muchas situaciones, reaccionas con los instintos programados en tu cerebro de dinosaurio, antes de pensar bien en la situación. Si estás en tu cerebro de dinosaurio, vas a poner a funcionar un programa de 6 millones de años, y nada bueno va a pasar. En ese caso, el cerebro de dinosaurio de la otra persona va a entender que ellos están siendo atacados, y luego vas a responder con más peleas o huyendo, y cualquiera de las dos va a llevar la situación a lo que me gusta llamar el efecto ‘Godzilla conoce a Rodan‘: muchos gritos, edificios derrumbados, y nada constructivo se concreta.”

Entonces, ¿qué se puede hacer? Controla tu nivel de excitación y pon todo tu esfuerzo en mantenerte calmado. Al igual que el investigador de Harvard, Shawn Achor, Bernstein sostiene: toma a los problemas como desafíos en lugar de crisis.

Bien, has logrado calmarte, pero los demás siguen como locos, ¿cuál es la mejor estrategia aquí?

2) Tratarlos como niños:

No, esto no significa que seas condescendiente, pero no tratarías de razonar con un niño gritando. Y no te enojarías con él porque grita, sino que tratarías el problema subyacente. Tratar de explicar de manera lógica por qué los gritos no sirven a un niño de 3 años, no funciona. Y tampoco va a funcionar con adultos. Ignora el drama.

Bernstein dice literalmete “Si te sientes como un docente de preescolar, probablemente lo estás haciendo de la manera correcta.” “Si eres padre, ¿cómo lidias con las rabietas? Las ignoras, o al menos tratas de ignorarlas. Pero con un adulto intentas y tratas de hacer que desistan, y eso nunca funciona.”

Entonces, estás calmado e ignoras los gritos porque los ves como si fueran niños grandes. Pero, ¿cómo hacer que paren esos gritos, llantos y chillidos?

3) “Por favor, habla más despacio. Me gustaría ayudar”:

Cualquier cosa que ralentice la situación es buena. Uno de los primeros trabajos de Bernstein fue con psicópatas violentos en una institución. Rápidamente, se dio cuenta que “despacio” significa “calma,” y calma significa pensar y reaccionar.

¿Cómo haces para que una persona deje de gritar? La reacción natural, decir “deja de gritar,” es la peor: será tomada como si le estuvieras diciendo qué tiene que hacer. A nadie le gusta que le digan qué hacer, especialmente si están enojados.

En lugar de eso, prueba con esta variante: “Por favor, habla más despacio. Me gustaría ayudar.” ¿Por qué funciona esto? Porque rompe el patrón que tienen en la cabeza.

Ellos esperan que les hagas frente, pero tú no lo haces. Les estás pidiendo aclarar las cosas. Te muestras interesado. Esto los hace cambiar del cerebro de dinosaurio a pensar. Y eso es bueno.

El mismo principio funciona también en el teléfono: buscas sacarlos de ese patrón sin que lo tomen como pelea de tu parte. Bernstein llama a esto la “regla ajá.”

Explica Bernstein: “Cuando alguien te esta hablando en el teléfono y para para respirar, tu reacción natural es decir ‘ajá’. Es algo universal. No nos damos cuenta de que lo hacemos. Pero si esperas tres respiros sin decir ‘ajá’, la otra persona se detendrá y dirá ‘¿estás ahí?’ . Lo probamos muchísimas veces, y fue maravilloso lo bien que funcionó. Lo que te acabo de dar es una manera de interrumpir a alguien que te está gritando en el teléfono, sin decir una palabra. Simplemente no digas ‘ajá’.”

Ese reductor de velocidad los saca de su momento de enojo por un segundo y los hace pensar de manera práctica.

Ya no están gritando, pero eso no significa que no estén enojados y tampoco significa que estés haciendo un progreso real. ¿Qué convierte a una persona histérica en un adulto racional con el cual puedes hablar?

4) Pregunta: “qué te gustaría que haga”:

Bajar la velocidad es genial, y también verlos como niños. ¿Cuál es la siguiente gran estrategia? Necesitas hacerlos pensar. Cualquier cosa que los mueva de la reacción emocional a pensar racionalmente, es buena.

“Cuando las personas están enojadas contigo, o te están atacando, es muy fácil defenderse o salir corriendo, pero lo que realmente necesitas hacer es algo que enganche su cerebro,” dice Bernstein. “Lo que buscas es mover una situación de enojo a una posibilidad de negociación.” “Puedes hacerlo preguntando simplemente ‘¿Qué te gustaría que haga?’ Esto los mueve de su cerebro de dinosaurio a su corteza, y entonces la negociación es posible,” pues necesitan formular una respuesta y eso los hace pensar (aunque sea por un segundo).

Y ahora, ¿qué hacer para mantener las cosas en el camino correcto?

5) No hagas declaraciones. Haz preguntas:

Otro gran error que todos cometemos: explicar. No expliques. ¿Por qué? La otra persona lo entenderá como una manera camuflada de pelea. ¿Sabés por qué? Porque es una manera camuflada de pelea. Es la manera educada de decir “esto es por qué yo tengo razón y tú no.” Y todo el mundo lo ve como es.

Bernstein sostiene: “Explicar es casi siempre una forma disfrazada de volver a pelear. Muchas explicaciones se escucharán como ‘mirá, si realmente entiendes la situación, verás que yo tengo razón y tú estás equivocado.’ Ese es un ataque, y también es una de las maneras de lograr la dominación de otras personas. Actuamos como si sólo estuviéramos explicando nuestra posición de manera realmente clara, entonces la otra persona entenderá y estará de acuerdo con nosotros. Nunca vi que eso funcione.”

Entonces, ¿qué tengo que hacer? Preguntas. Según Bernstein, una de las reglas principales para llevarse bien con los demás, es preguntar y no decirles qué hacer.

Él también recomienda otra técnica que es la Escucha activa: “Lo que yo hago típicamente con las personas es reflejar la emoción que están sintiendo. Si ellos dicen algo así como ‘Soy Jesucristo, y están tratando de crucificarme’, en lugar de decir ‘no, no eres Jesucristo’, dile ‘eso debe darte mucho miedo.’ Él responderá ‘¡Sí!’ El acto de escuchar es reflejar el estado emocional de la persona, no necesariamente el contenido de lo que están diciendo.”

Ahora que están calmados, ¿cómo te asegurás de no echarlo a perder y terminar de nuevo donde habían comenzado?

6) Empieza las oraciones con “me gustaría…” no con “tú eres…”:

Ahora que están siendo racionales, lo último que quieres es hacer o decir algo que suene como una acusación. Y ellos van a ser ultrasensibles ante esto, porque hasta se sentían atacados.

En el libro Cerebros de Dinosaurio, Bernstein dice “cualquier oración que empiece con ‘tú eres’ y no termine con ‘maravilloso’, va a ser tomada como insulto.”

Lo que estás haciendo ahora es básicamente negociar, así que empieza tus oraciones con “me gustaría…” Alejate lo más que puedas de la palabra “tú”.

Ya casi saliste de los bosques, pero hay una última cosa que hacemos a menudo, que echa a perder todo y nos vuelve a poner en el ring…

7) Déjalos tener la última palabra:

Necesitar tener la última palabra es como abandonar una maratón a 100 metros de la meta. Hiciste todo bien hasta ahora. No dejes que tu ego eche todo a perder en el último minuto.

Así como explicar es en realidad un intento de dominación, también lo es necesitar tener la última palabra. Estás cambiando tu meta de “calmar esta situación” a “demostrarles quién tiene la razón”. Bernstein dice: “La última palabra es usualmente un intento de tener la razón. Puedes deshacer cualquier cosa positiva que hayas hecho, diciendo una palabra que los lleve de nuevo al ataque.”

No muerdas el anzuelo. Dejalos tener la última palabra, déjalos sentir que tienen la razón si eso te permite alcanzar tu meta verdadera.

Según Bernstein lo más importante que hay que hacer en cualquier tipo de discusión es lo siguiente: cuando ellos hablan, preguntate por qué están diciendo lo que están diciendo. Piensa qué está pasando por sus cabezas, no por la tuya. Esto aleja los juicios y lleva al entendimiento y la compasión. “Antes de juzgar a las personas, intenta entenderlas.”

Comparto desde el humor un vídeo ya mostrado en este blog y que te hace pensar que existen personas que aunque tenga recursos, prefiere ir «a la guerra» en las conversaciones…

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