¡Tener o sacar tiempo para ti!

carlesmarcos Artículos Hacer un comentario

Dice la frase que «la gente que no para de trabajar lo hace para no tener tiempo de acordarse de que no tiene nada que hacer». Vamos corriendo por la vida sin saber a donde vamos. ¡El trabajo nos consume! Eh! Y nos parece normal. Parece que si tienes la impresión que hay gente que lo pasa peor en el sentido que “corre más” o simplemente que tienen menos tiempo que tú, es como un alivio y así vamos por la vida. El trabajo nos domina y en la sociedad actual no diré que no es necesario el trabajar pero creo imprescindible esa actitud que nos ayude a separar lo muy importante y lo menos importante, y me da la impresión que lo muy importante tiene que ver contigo y con los tuyos, ¿no?. Ese encontrar tiempo para ti donde sepas saborear el sentido de la vida y no caer en los automatismos que nos convierten en robots desde que salimos de buena mañana hasta quien sabe cuando de la tarde o de la noche. Seguro que esa consciencia que tenemos en el fondo de saber que en la vida tenemos que disfrutar de muchas cosas más a parte del trabajo, es la que debemos de incorporar en nuestro día a día para poder saborearla. Comparto una entrevista que vi hace un tiempo en La Vanguardia al filósofo Antonio Fornés  en el que habla sobre el tema y que vino titulado como Trabajamos más horas que un esclavo romano.

 Sumergidos en el gris?

Así vivimos. La sociedad actual nos convierte en engranajes, máquinas productivas que anhelan continuamente hacer algo, incluso en su tiempo libre.

Lo llamamos aprovechar el tiempo.

Hacer y hacer, lo único que provoca es que el tiempo pase a una velocidad tremenda y que no saboreemos la auténtica densidad de la vida. Ya lo decía Pascal: el mayor problema del hombre es la incapacidad de estar solo consigo mismo.

 Un viejo problema.

Mientras seamos máquinas de producir, somos perfectamente sustituibles tanto en el trabajo como en la familia.

Qué duro suena eso.

Sólo cuando reflexionamos ejercemos de seres humanos, y la reflexión es algo personal y necesario para el equilibrio. La sociedad actual nos despieza, nos da remedios para el dolor, para las vacaciones, para ser guapos, contra el aburrimiento…Todo parece estar al alcance, y tenemos la esperanza de que las cosas externas van a resolver nuestros problemas, pero las respuestas no están fuera, sino dentro de nosotros.

Bucear en las miserias da pereza.

A través de Iván Karamázov, Dostoyevski cuenta que Jesús vuelve a la tierra y Torquemada, el gran inquisidor, lo encierra y le dice: tú te crees que los hombres quieren ser libres y buenos, pero es mentira…

Un monstruo ilustrado.

… Lo primero que busca todo hombre es alguien que le esclavice, que le diga lo que tiene que hacer. Quiere milagros, pero no quiere ejercer la libertad, prefiere ser un niño.

Es más cómodo.

Llegar agotados a casa nos sirve de excusa para no tomar nuestras propias decisiones y no escucharnos a nosotros mismos. Ese continuo dejarnos llevar es infantil. Hay que entrar en la edad adulta.

«Levantarse, tranvía, oficina, tranvía, comida, tranvía, oficina, tranvía, cena».

Sí, eso dice Albert Camus en el mito de Sísifo. Pero un día surge el «por qué».

Porque tengo que pagar el alquiler…

Hay que cambiar el acento, volver a dar a las cosas su valor. Estamos sobrevalorando la propiedad y el trabajo, y más en tiempos de crisis. ¿Cuántas personas conoces que viven esclavizadas a una hipoteca por tener un piso 30 m2 más grande, un coche nuevo o unas vacaciones? ¿No es absurdo?

Es el miedo lo que nos esclaviza.

Actualmente trabajamos más horas que un esclavo romano, pero creemos
que vivimos en una sociedad superlibre.

 Algo de razón tiene.

Damos demasiado peso a cosas superficiales; podríamos vivir con muchísimo menos, ese dejarnos llevar pesa demasiado. En los ambulatorios hay folletos para recordarnos que en verano hace mucho calor, que vayamos por la sombra y bebamos agua.

Absurdo, sí.

Hay que parar e incluso retroceder, porque el avance continuado es una especie de locura que nos lleva al vacío y la angustia. Hay una anécdota de Henry Ford que demuestra lo manejables que somos. En plena crisis del 29 decidió subir el sueldo a todos sus empleados. Sus asesores lo tomaron por loco, y él les dijo: ¿Qué creéis que harán todos en cuanto les subamos el salario?

Comprarse un coche.

Efectivamente. La angustia está cuando nos volcamos fuera y nos olvidamos de nosotros. Lo hemos frivolizado todo en un esfuerzo por estar entretenidos como niños.

 Ahora estamos atrapados: trabajamos más por menos.

El sistema no va a cambiar. Platón decía que el mejor sistema político es aquel que tiene a los mejores ciudadanos. Debemos cambiar nosotros, recuperarnos como seres humanos y vencer el miedo.

Tenemos muchos. ¿A cuál de ellos?

Estamos dispuestos a trabajar más por menos dinero por miedo a perder el puesto de trabajo, es lo que decía Dostoyevski: preferimos ser esclavos y no pensar y no temer, pero eso nos deshumaniza.

Entiendo.

Los subidones que nos provoca el consumo nos acaban convirtiendo en drogadictos. No vale la pena trabajar un minuto más por tener un coche mejor. La sofisticación y el placer están en cosas mucho más importantes y fáciles que nos mejoran como personas; desde una buena conversación hasta implicarnos, no con el mundo, sino con nuestro hermano y nuestro vecino.

Cuando no tienes nada que perder es fácil rebelarte.

¿Qué es más importante que vivir? Lo estamos perdiendo todo cada día, deberíamos arriesgar porque tenemos mucho que ganar: vivir la vida en plenitud, estar orgullosos de haber vivido. ¿Qué nos quedará al final del camino tras haber sido tan buenos trabajadores?…

Igual la empresa te regala un reloj.

No tiene sentido, no podemos apostar nuestra vida en el trabajo, la casa y las obligaciones, eso es nada. Al final sólo nos quedará el haber vivido en la máxima de las dignidades, que es la de ejercer de ser humano.

¿Y qué es aprovechar la vida?

Masticarla. Hoy creemos que estudiar ha de servirnos para algo, ha de ser una herramienta, y no es así; el conocimiento nos enriquece como personas, nos eleva, para eso sirve. Debemos vivir por vivir como el niño juega por jugar. Lo demás es puro engaño.

Por último, dice Antonio Fornés en el artículo que “No tenemos tiempo de ver a los amigos, de reflexionar en voz alta con ellos, ni de estar con nuestros hijos, estar de verdad. Hay que madrugar, no tenemos tiempo de hacer el amor con la persona que hemos elegido: la pasión se marchita. Lunes, martes, miércoles, jueves…. La rutina engulle nuestra vida a cambio de algún capricho, otro jersey negro que luciremos en la oficina, un mes de vacaciones, un coche nuevo para el atasco del domingo. Siento amargarte el desayuno, pero ¿eso es vivir?… ¿Abdicar de la vida para que tus hijos abdiquen el día de mañana de la suya? Mi gato vive mejor. Con la excusa de la publicación de Reiníciate (Diëresis), su autor y yo nos damos un baño de realidad.»

Comparto un vídeo ya publicado en el blog! Qué os parece?

 

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